Previsiones 2021-2022: una recuperación insuficiente y dependiente de los estímulos.

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Las economías mundial y española siguen enfrentándose a una crisis sin precedentes en la historia reciente, como consecuencia de la pandemia del Covid-19. Pese a que la importante reacción en términos de políticas monetarias y fiscales expansivas y el levantamiento de las restricciones en algunos países durante el verano estaban apoyando la recuperación, la segunda ola de propagación del virus está frenando su ritmo, sobre todo en EE. UU. y en Europa.

Muy recientemente, los anuncios relativos a la efectividad de la vacuna y de su aplicación en varios países a partir de finales de año están incrementando las expectativas positivas en el corto plazo, alentando la recuperación global prevista para el año próximo. Se trata, no obstante, de una corrección desigual entre las regiones mundiales, y sometida a importantes riesgos derivados de los efectos de carácter estructural que está provocando la crisis. Así, según la OCDE, la economía global, tras caer el 4,2% en 2020, será capaz de recuperar los niveles de actividad precrisis a finales de 2021, y volvería a crecer por encima del 3,5% en 2022. La zona del euro, en cambio, no recuperará los niveles pre-pandémicos antes de 2023, ya que será una de las más afectadas, con una contracción del PIB en la región del 7,5% en 2020.

En España, la dureza de la crisis es tal, que la magnitud de la caída del PIB no tiene precedentes. Esta se presenta con un fuerte impacto diferencial respecto de los principales socios europeos. Y si bien la actividad y el consumo repuntaron en el tercer trimestre, ante la segunda ola se observa un retroceso en el cuarto trimestre (ver tabla 1). Todo esto se aprecia, particularmente, en la caída del turismo; si en 2019 el consumo equivalente de los turistas extranjeros se equiparaba al de 6,2 millones de residentes, este 2020 se reducirá a 1,9 millones de personas. El nivel de actividad se refleja en una recuperación aún muy incompleta en el mercado de trabajo, y con consecuencias económicas y sociales profundas.

TABLA 1. MONITOR DE ACTIVIDAD Y CONSUMO DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA.

 
Fuente: Google, Red Eléctrica Española, INE, CIS, Anfac, BBVA Research, Aena, Equipo Económico.

En este marco, y como plasmamos en nuestro reciente Informe Económico Ee Invierno 2020/2021, en Equipo Económico estimamos que el PIB habrá experimentado en 2020 un retroceso cercano al 12%. Con los datos de los que disponemos a fecha de hoy, prevemos que en 2021 y 2022 asistiremos a una recuperación parcial de la economía, que se producirá de forma muy heterogénea entre los sectores. De esta forma el repunte que consideramos para el PIB de la economía española sería del 6,8% y del 2,6%, para los dos próximos años respectivamente (ver tabla 2), gracias a la ejecución de parte de los programas financiados con los nuevos fondos europeos.

Sin embargo, los efectos negativos que la crisis estaría causando en el tejido productivo sugieren que la tasa de crecimiento de la actividad en 2022 sería ya modesta en comparación con la dramática caída experimentada este año. Habrá que esperar a que desaparezca el “velo” creado por las políticas fiscales y monetarias ultra expansivas en curso, los avales públicos, los Ertes, la prohibición de despedir y de los concursos de acreedores, para determinar con certeza el profundo cambio estructural que se está produciendo.

En esta línea, cabe esperar que, la moderación en el ritmo de recuperación y, por tanto, en la creación de empleo, provoque que en 2022 el 17,8% de la población activa se encuentre, aún, en situación de desempleo, regresando por tanto a la situación de mediados de 2009.

Nuestras perspectivas apuntan además a que los precios crecerán muy por debajo del incremento de la actividad. De esta forma, tras cerrar en territorio negativo este año (-0,3%), la media anual del IPC se situaría en el 0,8% en 2021 y en el 0,9% en 2022. 

Estimamos, por otro lado, que la fuerte caída de ingresos y el incremento del gasto público hará que el déficit público se dispare hasta situarse en el 14,2%, el 8,8% y el 7,9% del PIB en 2020, 2021 y 2022, respectivamente. De esta forma, la deuda pública alcanzará el 125% del PIB en 2021, su mayor nivel en la historia reciente, por encima de los registrados durante todos los años de los siglos XX y lo transcurrido del XXI.

TABLA 2. PREVISIONES DE EQUIPO ECONÓMICO SOBRE LAS PRINCIPALES VARIABLES MACROECONÓMICAS DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA, 2020-2022.


Fuente: Equipo Económico. (*) Previsiones de Equipo Económico.

La recuperación que planteamos en nuestras previsiones para el año próximo sería consecuencia fundamentalmente del mero efecto estadístico tras la caída en 2020 y, con un cierto carácter artificial, en tanto en cuanto depende directamente de la continuación de los efectos en el corto plazo de las políticas económicas expansivas. Sin embargo, el crecimiento en el medio plazo estará subordinado al acierto y a la efectividad de la política económica a nivel nacional, y la capacidad para ganarse la confianza de los consumidores e inversores respecto a su evolución.

Una vez se haya logrado mitigar la crisis sanitaria, los principales ejes para la recuperación económica pasan, como en ocasiones anteriores, por la internacionalización y garantizar la disponibilidad de recursos para la financiación de los proyectos empresariales, sin la cual nos veríamos abocados de nuevo a un largo periodo de recesión. Además, en vista del papel más activo que ha jugado el sector público durante la pandemia, incentivar la colaboración público-privada se presenta como la vía fundamental, otorgando el protagonismo adecuado a las empresas y a los emprendedores, que han de ser, una vez más, los actores de la recuperación.

En este caso, los nuevos fondos europeos, aún en proceso de aprobación en Bruselas, se presentan como una oportunidad para impulsar la recuperación. No obstante, para que los mismos contribuyan a aumentar el crecimiento potencial de la economía española en el largo plazo, han de destinarse a proyectos de alta calidad, que fomenten la productividad de la economía española y en estrecha colaboración con el sector privado. La calidad de la gobernanza de los fondos y la transparencia en la selección de proyectos son factores clave para que esto sea posible. Y en todo caso, las nuevas inversiones requerirán también la movilización de cuantiosos recursos privados para ser financiadas. Para atraer la financiación necesaria, la estabilidad macroeconómica y el impulso de una verdadera agenda reformadora se presentan como variables fundamentales.

Retrasar los ajustes necesarios, tanto en el sector público como en el privado, no hace sino acrecentar el problema futuro al que se habrá de enfrentar la economía y la sociedad española, especialmente en determinados sectores y segmentos de la población. Sólo si se avanza haciendo frente a las consecuencias de la profunda crisis sobre la estructura productiva, la economía española será capaz de superarla, como ya lo ha sido en ocasiones anteriores.

 

José María Romero Vera. Director del área económica e internacional.

Marta Otero Moreno. Economista senior.

Andrea Cordero López. Analista.

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