Desaceleración y necesidad de certidumbre

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La economía española va a cerrar este año 2018 creciendo por quinto año consecutivo por encima de la media de la zona del euro, habiendo superado ya en 2017 el nivel de PIB previo a la crisis. Por su parte, la tasa de paro se ha reducido desde el máximo del 26,9% alcanzado en el primer trimestre de 2013 hasta el 14,5% en el tercer trimestre de 2018.

Sin embargo, parece que los españoles no sienten el momento económico así. El barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas recoge que el 55,2% de los encuestados califica la situación económica general de España como mala o muy mala. Expresiones como crisis económica actual e incluso recesión se cuelan en las reuniones, foros y seminarios profesionales. Y por supuesto también en la prensa.

Lo que las cifras económicas actuales muestran, a nuestro juicio, es que la economía española se encuentra inmersa en una fase de desaceleración del ciclo económico expansivo, con tasas de variación más moderadas, tras tres años entre 2015 y 2017 con crecimientos del PIB por encima del 3%. En cualquier caso, la situación actual está lejos de los datos de doble recesión a la que se enfrentó entre 2008 y 2013.

Según estimamos en Equipo Económico en nuestras últimas previsiones, que vendrán recogidas en el próximo panel de expertos de FUNCAS sobre las principales magnitudes de la economía española, el PIB crecerá el 2,6% en 2018 y el 2,2% en 2019. Estas cifras de crecimiento del producto nacional se basan fundamentalmente en el impulso de la demanda interna, gracias a la evolución del consumo de los hogares (2,3% en 2018 y 2% en 2019), del consumo público (1,8% y 1,7% respectivamente) y de la formación bruta de capital fijo (4,2% y 4,1%).

La economía española tiene además fundamentos más sólidos que en 2008. Cuenta ahora con una considerable capacidad para transformar crecimiento en creación de empleo, y ello sin disponer del elevado peso que tenía el sector de la construcción en 2008. De esta forma, prevemos que la tasa de paro continué bajando hasta situarse en el 13,8% en 2019. En un escenario de evolución moderada de los precios, ya que, pese al encarecimiento de la energía, la media anual de incremento del IPC se situaría en el entorno del 1,7% este año y el próximo. Y manteniendo superávit por cuenta corriente por sexto y séptimo años consecutivos, que llegaría al 1,5% y 1,4% del PIB en 2018 y 2019 respectivamente. Si bien es cierto que persisten importantes desafíos, destacan la aún alta tasa de paro, pese a su reducción, y el elevado nivel de endeudamiento público, que deberá hacer frente a las perspectivas de tipos de interés al alza. Ambos además en un contexto de envejecimiento de la población.

En los próximos años, en una hipótesis de escenario estable, nos iríamos acercando a tasas de crecimiento de la economía cercanas a nuestro crecimiento potencial, en torno al 1,5% del PIB, con las que la economía española seguiría siendo capaz de crear empleo.

No obstante, nuestras estimaciones no solo apuntan a la citada desaceleración del ciclo, sino que suponen asimismo una revisión a la baja con respecto a nuestras estimaciones anteriores del mes de septiembre, de 0,1 puntos porcentuales este año y de 0,3 puntos en 2019. Esta revisión es resultado de una aportación inferior del sector exterior, fundamentalmente por el menor crecimiento de las exportaciones, que situamos ahora en el 3,7% en 2018 y 3,6% en 2019, frente al 4,4% y 4% que estimábamos el pasado septiembre. Así como de una menor contribución que la prevista anteriormente para 2019 tanto del consumo de los hogares (2% frente a la anterior previsión del 2,1%), como, sobre todo, de la inversión (4,1% frente al anterior 4,4%).

Por tanto, esta corrección no se debe tan solo al cambio en los vientos de cola externos, traducidos en menores exportaciones, sino también a la falta de reformas económicas desde 2016 y la incertidumbre que generan en los últimos meses los mensajes en materia económica, presupuestaria y fiscal, que impactan en forma de una menor demanda interna. Atendiendo al mismo tiempo a la preocupación de los ciudadanos que refleja en cierto modo el barómetro del CIS, y de continuar la materialización de riesgos externos y la situación política interna, la reducción del ritmo de crecimiento podría llegar a ser aún más elevada en los próximos años.

Para hacer frente a esta hipótesis más negativa, el sostenimiento del ciclo económico expansivo y el incremento del crecimiento potencial en el medio plazo pasan por adoptar las reformas económicas necesarias. Se podría así continuar reduciendo el paro y el endeudamiento público. A falta de las mismas y a la espera de que el contexto político lo permita, la certidumbre en materia de política económica se revela como una variable fundamental. Las contrarreformas no ayudan nada en ese sentido. Los mensajes de política económica son especialmente relevantes y han de ser coherentes con la sostenibilidad del crecimiento.

 

José María Romero Vera
Gerente del Área económica e Internacional. Equipo Económico.

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